Por José G. Velásquez Colina
La historia del cine está llena de grandes películas en todos los idiomas y de todas las nacionalidades. La calidad de múltiples producciones cinematográficas que destacan, ya sea, por un espléndido o particular tratamiento a una narrativa, la amplia e impecable labor de la producción, el dinamismo ejecutado del montaje del filme (e incluso una combinación simbiótica de corte armónico entre dos o las tres); son evidencias visuales que le permiten al público y a la crítica especializada elevar una película a la categoría de “cine de culto”.
En la actualidad, los filmes de culto son de conocimiento común, la información está en la red para quien lo quiere buscar y entre los diversos círculos cinéfilos, las opiniones sobre qué producciones son de culto van, en general, por la misma tendencia.
Sin embargo, al observar el pasado del cine, es indispensable asimilar el presente y desde el inicio del siglo XXI, múltiples producciones cinematográficas han calado en la cultura popular del séptimo arte, de manera que con el paso del tiempo, dichas producciones serán elevadas al estatus de “culto”.
10. Hereditary/El Legado del Diablo (2018) de Ari Aster
Son pocos los casos donde el debut de un director con su primera película es a lo grande, y son muy pocos los casos donde el trabajo debut supone una obra maestra que quedará para la posteridad. Este es el caso de Hereditary, de Ari Aster.
La opera prima de Aster nos presenta la ya conocida historia de una familia atormentada y corrompida por un demonio, sin embargo, todo lo familiar queda ahí. Tras más de una década donde el género del terror estuvo dominado por el subgénero paranormal, Hereditary llegó en un momento donde el terror no sabía que le necesitaba.
Desechando la fórmula establecida de los repetitivos jumpscares, Aster opta por crear una película donde el ambiente absorbente y sombrío, junto con la incertidumbre de lo que está pasando, sienta las bases para un miedo legitimo. Hereditary aumenta el terror en la audiencia a medida que la naturaleza diabólica de los acontecimientos de la narrativa hace que los espectadores se sientan contaminados por lo que ven.
El brillante trabajo de Aster como realizador, junto con las actuaciones dignas de Oscar de Toni Collette y Alex Wolf, son la punta de lanza de una producción cuya calidad será la inspiración de múltiples cineastas en el futuro.
9. The Witch/La Bruja (2015) de Robert Eggers
Si bien dije que son muy pocos los casos donde el trabajo debut supone una obra maestra que quedará para la posteridad, he de presentar dos casos seguidos que comparten similitud. Hablo de The Witch, de Robert Eggers, su debut como realizador cinematográfico y también un filme de terror.
The Witch es una película de una familia cristiana, ambientada en el año 1630, quienes viven en soledad en su granja y de repente son atormentados por un aquelarre.
A diferencia de otras películas del género, The Witch se desarrolla en un ambiente desesperante para el espectador, quien espera con fervor que lo que viene en el filme no ocurra pero sabe que de todas formas llegará. La precisión antropológica y psicológica del entorno y el comportamiento de los personajes le otorga veracidad al mundo creado por Eggers en el metraje, una veracidad que nutre al filme con una sensación de realidad que permite sembrar el miedo en la audiencia.
Con un giro final que oscila entre lo inesperado y lo obvio, y una clara alusión a la liberación de la mujer, The Witch, se consolida como un faro de luz en el género del terror, y el auténtico push en las carreras de Eggers y de su protagonista, Anna Taylor-Joy.
8. Kill Bill. Vol 1 (2003) de Quentin Tarantino
Muchos litros de sangre, groserías, gran soundtrack, una particular preferencia al diálogo y planos detalles de los pies de la protagonista; es así como sabes que estás viendo una película del gran Quentin Tarantino.
Sin ser una obra considerada a la altura de su Pulp Fiction/Tiempos Violentos (1994), Tarantino logra crear una obra especial que al mismo tiempo mantiene su esencia como realizador. Kill Bill narra la historia de una mujer (Uma Thurman) quien tras ser dada por muerta por sus antiguos camaradas, emprende una sangrienta búsqueda para conseguir su venganza.
El volumen 1 del filme más longevo en la carrera de Tarantino, mantiene sus tendencias de trabajo mientras al mismo tiempo se caracteriza por ser el homenaje al cine samurái oriental más representativo de parte del séptimo arte occidental. Una secuencia tan violenta que tuvo que ser llevada a blanco y negro para pasar los filtros de los cines, una precisión antropológica en las costumbres niponas, banda sonora impresionante y personajes bien estructurados en una narrativa solida hacen de Kill Bill Vol 1, de las mejores producciones del siglo XXI.