El presidente de la Academia de Historia de Carabobo, José Alfredo Sabatino Pizzolante destacó durante su discurso, posterior a su juramentación que en los últimos tiempos ha surgido en Carabobo un renovado interés por su historia, que alegra y preocupa a la vez. «Alegra porque se trata de un estado que tiene a cuesta siglos de andanzas, haciendo innumerables los acontecimientos por investigar, documentar y analizar; y que preocupa, porque la tarea implica el manejo de herramientas y fuentes que mal utilizadas, puede dar lugar a relatos interesados y ajenos al hecho histórico».
«El reto de nuestra Academia es atraer a esos jóvenes e interesados por el tema, sumarlos y convertirlos en guardianes de la memoria histórica educándolos, según el decir del historiador Tomás Straka, en el ejercicio de la historia como fuente de ciudadanía y libertad. Ese debe ser nuestro compromiso, tarea ardua, pero necesaria. Pero otro reto es exigir a nuestros académicos -numerarios y correspondientesque escriban para que contribuyan activamente a resguardar esa memoria histórica, sirviendo de guía y apoyo a las jóvenes generaciones», reflexionó Sabatino Pizzolante.
Historiadores, cronistas, investigadores y hasta curiosos se han dado a la tarea de develar nuestro apasionante pasado, a través de artículos de prensa, libros y, muy especialmente, las redes sociales que ofrecen una manera barata, rápida y masiva de difundir la información, agregó.
Sabatino Pizzolante aseguró que «el problema radica en que indistintamente de quien la cuenta, la historia debe escribirse con apego a la verdad de los acontecimientos, los que no siempre resultan fáciles de documentar. La labor investigativa que implica historiar un evento o personaje nos lleva no solo consultar una amplia variedad de fuentes (bibliográficas, hemerográficas, orales, entre otras), sino también a interminables búsquedas en viejos archivos públicos y privados, poco conservados y asequibles».
Vale la pena recordar que en la investigación histórica ningún documento o fuente resulta despreciable, toda vez que una sucesión de eventos acaecidos en un espacio de tiempo específico, dejan en su devenir una variedad de papeles y testimonios que debidamente analizados, cruzada la
información que de ellos se desprende y sujetos a un proceso de exégesis, permiten completar el hecho histórico mismo luego interpretado, para bien o para mal, por la subjetividad del historiógrafo.
Manifestó el historiador que no es tarea nada fácil escribir la historia, debe hacerse de manera seria y honesta, agotando la consulta profunda de las fuentes disponibles, para producir un relato original que dé forma al hecho o al personaje histórico. Se trata de una responsabilidad intrínseca en el historiador, pero también para los apasionados de la historia local, los nuevos cronistas. No hacerlo los condenaría irremediablemente a darle rienda suelta a la imaginación, pretendiendo llenar los vacíos con suposiciones que tergiversan los hechos y, peor aún, echar mano de Wikipedia como fuente deconsulta nada inédita, convirtiendo la crónica en un plagio crónico.
La Academia de Historia del Estado Carabobo tiene frente así -dijo- importantes retos, entre los que se cuentan ser guardián del acervo documental y preservar la memoria histórica regional, al tiempo que dentro de sus posibilidades dotar a los nuevos cronistas de las herramientas metodológicas y documentales, que les permitan rescatar la historia regional.
No son tareas fáciles en razón de los tiempos que vivimos, especialmente la falta de recursos económicos tan necesarios para garantizar la preservación de nuestro patrimonio documental, además de financiar investigaciones sobre temas requeridos de atención, añadió el presidente de la Academia.
Redacción: Jorge Isaac Jiménez Flores
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