Rubén Limas Telles
Vamos a sonar achacosos, como nos señalara Maduro a principios del período legislativo de la Asamblea Nacional, cuando nos referíamos a la situación sanitaria del país, que por cierto, no ha cambiado nada. Es importante seguir señalando por la vía que el país no está bien, pero si hay una real voluntad política, pudiera estar mejor ¡A eso estamos apostando!
Crecimos escuchando y leyendo que éramos un país tercer mundista, en vías de desarrollo; supuestamente recibíamos los beneficios de los países del primer mundo para crecer y avanzar. Un término que pudiera ya sonar caduco e impreciso, pero no los enseñaron y quedó.
El subdesarrollo o país señalado como tal, era referido en aquel entonces a un término económico, de un país que no tenía los estándares económicos de los países industrializados, pero estaba en vía de lograrlo.
Estábamos en la escuela a mediados de los años 70, y era el término que escuchábamos en los salones de clase.
Ahora bien, han pasado cerca de 50 años de eso ¿Qué ha pasado con nuestra Venezuela, que según aquel concepto estábamos en vía de desarrollo y aún no lo hemos alcanzado? ¿Es tan difícil alcanzar el desarrollo?
La democracia se instauró en el país, y lo convirtió rápidamente de un país agrícola, analfabeta, rural, diezmado por enfermedades que mataban al venezolano tempranamente, en un país industrializado, de una importante industria petrolera, urbano, alfabeta , -llegamos a tener la clase media más poderosa de América Latina – , erradicamos a cero enfermedades como la lepra, la tuberculosis, malaria, leishmaniasis; enfermedades que han reaparecido, pero están ocultas por el silencio oficial.
Venezuela de aquel entonces, en pujante proceso industrial, luchaba contra la pobreza – uno de los indicadores de un país subdesarrollado- pero avanzaba en su intento del desarrollo humano. Un ejemplo de ello la “Beca Mariscal de Ayacucho” que envió a miles de venezolanos al exterior a formarse para regresar a ser útil al país.
¿Dónde estamos después de tantos años? Diríamos que en una situación peor. Ahora bien, algunos le achacarán la culpa al imperialismo, al colonialismo, en resumen a terceros. Y es allí donde a nuestro juicio radica este problema.
Revisando lo que dice la literatura sobre los indicadores para hablar de un país “en vías de desarrollo” encontramos, por ejemplo, un país que depende de otras economías para crecer, del mercado del primer mundo, en nuestro caso, una economía rentista petrolera, que depende de los vaivenes del precio petrolero internacional y su mercado. No hemos sido capaces de diversificar la economía del país. Otro indicador señala que un país en vías de desarrollo depende de una economía agraria y de exportación de materias primas. De la primera ni hablar, la situación del agro venezolano es por todos conocida. Y en relación a las materias primas, ya no exportamos ni siquiera el 30% de lo que llegamos a exportar en materia de hierro, aluminio, acero entre otros.
Pero en la revisión bibliográfica sobre este tema, encontré algunos otros indicadores que señalan a un país “subdesarrollado o en vías de”: pobreza, baja movilidad de clases, corrupción e injusticia. Esa es la realidad dramática de nuestro país. La pobreza ha alcanzado niveles alarmantes, la corrupción campea, y ahora por ser año preelectoral el gobierno quiere hacernos ver que la combate después de 23 años de impunidad, y somos un Estado señalado por los organismos internacionales, calificados para ellos como un Estado violador de los derechos humanos. Y de la movilidad social, ni hablar, los hijos de los campesinos, obreros o trabajadores que alcanzan algún título universitario, no les queda otro camino que quedarse con sus padres, porque no tienen posibilidad de crecer económicamente.
Estos señores llegaron al poder por la vía electoral señalando las deficiencias que ya tenía el sistema democrático, y hoy podemos decir que ha sido peor el remedio que la enfermedad.
Aunque coincidimos que país subdesarrollado es un término estigmatizante y obsoleto, algunos de sus indicadores del pasado, nos señalan perfectamente dónde estamos.
No hay duda, se han perdido 23 valiosos años, para haber hecho de Venezuela un país del primer mundo. Tenemos la fe puesta en que eso lo revertiremos, y pronto seremos un país del primer mundo.
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