Los periodistas venezolanos ya estamos cansados de que cualquier persona pretenda ejercer la profesión. Históricamente la lucha ha sido ardua y el gremio ha mantenido encendidas las alarmas, visitando medios de comunicación social y señalando a infractores. Sin embargo, la cereza del pastel se visibilizó recientemente, con la oferta por parte del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCES), de un plan de estudios para obtener la certificación como Reportero, una de las tantas formas de ejercer el periodismo.
La promoción de la fulana certificación fomenta la violación de la Ley de Ejercicio del Periodismo, texto legal que contempla, que para ejercer la profesión de debe obtener un título universitario que así lo certifique. Cualquier fomento de cursos y talleres que pretendan avalar competencias en este sentido, pueden ser consideradas ofertas engañosas, pues la tarea de reportear, que incluye realizar trabajos de investigación a las fuentes informativas, es parte del trabajo diario de los comunicadores sociales. Así que, cualquier indicio de intrusismo profesional puede considerarse delito y ejercicio fraudulento.
En este contexto, hemos visto desde hace tiempo pretensiones por parte del gobierno para permitir que cualquiera ejerza el periodismo. Han formado redes de comunicadores populares en las comunidades, a las cuales no nos oponemos. En estos casos, aunque el fin sigue siendo político y de alguna manera fomenta valores propios de la revolución chavista, vecinos se organizan e informan asuntos de interés para sus localidades. Como vemos, esa actividad no puede considerarse de ninguna manera periodismo y pudiera, de no capacitarse a la gente, convertirse en un hervidero de informaciones falseadas, generando más incertidumbre de la que tenemos en este país.
De acuerdo con el diccionario de Comunicación Social de la profesora Olga Dragnic, el reportero es un periodista a quien se asigna una o varias fuentes informativas que debe cubrir de forma permanente u ocasional. Este profesional es enviado al lugar de los hechos y puede ser testigo de lo que está ocurriendo, tomar notas y en todo caso, recordar con la mayor exactitud posible lo que ve, oye, observa. “Solo así podrá informar a las audiencias con el profesionalismo que se le exige”. Es decir, el reportero “patea calle”, el reporterismo es una escuela de aprendizaje profesional y social, ya que el contacto con los acontecimientos y sus protagonistas, le proporcionará experiencia, vivencias y muchísimo conocimiento.
Esta gran responsabilidad amerita previamente de un componente teórico-práctico en el que fortalezca habilidades y en especial, la formación ética, tan vulnerada en estos tiempos. Esta formación la recibe en una casa de educación superior y no en Youtube como también han pretendido algunos influencers. El reportero requiere de posiciones filosóficas, de historia, sociología, deontología y otras áreas con las que va a desarrollar su pensamiento crítico y reflexivo. Dicho sea de paso, no todo el mundo está en condiciones de propiciar estas discusiones en un aula de clase.
El llamado es a revisar estas ofertas que evidentemente atentan contra el gremio periodístico. Exigimos respeto a nuestra profesión. Si el gobierno quiere formar periodistas, que los forme en una universidad de las tantas que ofrecen esta opción profesional en Venezuela. Elevemos nuestra voz independientemente de nuestra filosofía de vida o posición política. Ya basta de silencio. ¡No al Intrusismo!