Bonificaciones, ingresos y salarios
La remuneración del trabajo es algo que afecta la economía de manera crucial y es de gran importancia social para el país. En la evaluación de la relación entre la canasta básica, la inflación, el poder adquisitivo del dólar USD y el tipo de cambio, tiene cada vez tiene mayor aceptación el análisis de la interdependencia, la interconexión y la superposición de esas variables económicas como criterio de interpretación en el tránsito del saber de las cosas al comprender lo que nos acontece. El sentido de causalidad y linealidad entre los eventos y variables de cualquier fenómeno económico ha perdido parte de su capacidad explicativa y de demarcación para la evaluación de hipótesis en relación con una correcta política económica.
La emisión irresponsable de dinero y un mal diseño de las regulaciones en una cadena de sucesos pueden afectar con algún retraso al tipo de cambio, luego al precio de los bienes y servicios de consumo final y dependiendo del impacto sociopolítico de manera dispar a las remuneraciones expresadas en moneda nacional (Bs) o en moneda extranjera ($ USD, euros, pesos, …). Además, las expectativas que se forman los diferentes actores sociales pueden afectar la sucesión de eventos y alterar su orden. Ni siquiera las secuencias de ajustes en las transacciones financieras tienen definición en un tiempo predecible. Del lado de los procesos productivos los tiempos de ajustes son más lentos y la capacidad de respuesta ante la volatilidad monetario-financiera tiene efectos reales en independencia con una buena gestión empresarial. Lo inmediato influye sobre el futuro por lo tanto es necesario conocer el modo en que esas variables interactúan porque el dinero y las regulaciones tienen efectos reales sobre el corto y largo plazo.
Nuestra indagación, cuando se refiere a ciclos semanales, sobre el comportamiento de las variables relacionadas con las remuneraciones es impredecible e incierta, la emisión de dinero puede dar lugar a variaciones del tipo de cambio de un día a otro, a su vez, afectando el poder de compra del salario, lo que ayer costaba 7 $ USD hoy puede alcanzar 7,87 $ USD o 6,70 $USD. Cuando se alarga el ciclo de análisis más allá de un mes mejora el grado de certidumbre y predictibilidad retrospectiva entre las variables económicas, en este caso, estadísticamente, un aumento de la emisión tenderá a afectar al tipo de cambio presionando a su alza.
La fragilidad del ingreso familiar en Venezuela se acrecienta con la ausencia de mecanismos autorreguladores necesarios para asegurar el funcionamiento de cualquier ecosistema natural o social. Ese componente de autorregulación es el que permite a los organismos mejorar a partir de la superación de sus limitaciones, debilidades y desajustes. Cuando las civilizaciones pierden ese sentido social colapsan.
El socialismo del siglo XXI es el súmmum de la larga cuenta populista del descalabro económico, político, social y moral del país. Es un hundimiento cuya manifestación visible se inicia a mediados de los años setenta. Es un fracaso cuyos signos precursores se remontan a los tiempos que sucedieron al año 1945 cuando la visión del programa de febrero de 1936, de asumir la riqueza natural de Venezuela como patrimonio, cuya aplicación fuese para la acumulación productiva de capital, se fue paulatinamente utilizando como renta en gasto corriente bajo el argumento de saldar una deuda social.
El aplastamiento económico se manifiesta como una profunda crisis cuyo signo se refleja en la destrucción del aparato productivo del país, la escasez y la inflación. Es un fenómeno económico y político por la asfixia regulatoria cuya ambigüedad permite interpretar cualquier aspecto de la vida cotidiana como algo fuera de la ley. Es un declive moral porque el sobrevivir ha obligado a la población a la quiebra espiritual, pues no hay otra manera llevar la existencia sino es violando alguna regla, norma o valor moral. Es una crisis social por el deterioro de las condiciones materiales de quienes menos recursos poseen. Tomando al año 1984 como base de poder adquisitivo constante el salario mínimo más bonificaciones es aproximadamente 7 $USD hoy en día[1], en comparación con el de 810 $USD de 1980.
Los errores de política económica de quienes han gobernado este país han sido tan grandes que el petróleo se ofreció a otros países en condiciones de precios subsidiados o en convenios que comprometían el futuro, en ambos casos, a cambio de la promoción de su modelo económico o del logro de apoyos políticos circunstanciales.
Comprender el deterioro del poder adquisitivo de la familia venezolana es difícil, desde 1978 el ingreso real mensual del venezolano cae de manera continua con altibajos. En 1980 en unidades monetarias de la época el ingreso familiar era Bs 900 (209,3 $USD a 4,3 $USD). Al mes de mayo de 2023 en bolívares soberanos el salario mínimo más bonificaciones es de Bs 200 (7,98 $USD al tipo de cambio DICOM del 08/05/2023 y 7,52 $USD según el mercado paralelo).
Pero los montos citados en el párrafo anterior hay que ajustarlos por inflación conjunta tanto en bolívares como en $USD por erosión cambiaria. Si la persona en 1980 hubiese cambiado Bs. 900 por $USD y se los ajustaran por la inflación de EE. UU. tendría hoy 812,03 $USD que a la tasa DICOM (08/05/2023) equivalen a Bs 2.302.026.541. Si los Bs. 900 los hubiese conservado en bolívares y le reconocieran el impacto inflacionario tendría Bs 2.302 que a la tasa DICOM de hoy equivalen a 91,87 $USD.
En nuestro país, lo esencial se queda en el fondo de lo desconocido y más allá del saber estructurado, el discurso político se reduce a la percepción que cada uno tiene según lo que desea creer con la evidencia tergiversada de la realidad -muy a pesar de que tenga conciencia de la amarga realidad-. Los gobernantes desconocen, y peor si lo saben, que sin arreglos institucionales y sin el análisis de impacto de las regulaciones públicas sobre el comportamiento de la gente ni rendición de cuentas por parte del Gobierno, todo aumento se transforma en algo peor a la larga porque todo ajuste sin creación de valor compromete los procesos productivos. El salario mínimo es tan solo una ficción pues para todos los demás que no son gobierno, el costo laboral (no salario) de un puesto de trabajo supera los 170 $ USD, el salario mínimo es la referencia para los trabajadores del sector público.
Cuando una sociedad entra en crisis económica por emisión irresponsable de dinero y asfixia regulatoria se activa un mecanismo autorregulador que alienta a todos a la búsqueda de opciones en la informalidad. En ese ecosistema conviven todo tipo de actividades, desde los auténticos emprendimientos hasta las ocupaciones más allá de la legitimidad institucional. Es por ello por lo que el salario mínimo y bonificaciones suplementarias pierden sentido porque todos exploran la realización de tareas domésticas, gestión de la informalidad, mantenimiento, …cuyos ingresos no se revelan a través de la información oficial o privada.
Nadie le gana a la inflación solo los Gobiernos y sus allegados, lo hacen por triple partida:
- Primero, porque recaudan más sin que a la economía del país le vaya bien.
- Segundo, porque siendo origen del mal y de sus efectos, éstos aparecen difusos para el público.
- Tercero, porque resulta fácil para los Gobiernos en esta condición desplazar su responsabilidad como fuente de esos males hacia las organizaciones privadas.
La ilusión del salario nominal
Desde el punto de vista económico el principio del salario mínimo encuentra su justificación en uno de los fallos del mercado: las situaciones de pobreza extrema, hay que señalar que las desigualdades de ingreso no pueden ser resueltas por esa vía, se mejora teóricamente la posición de quienes poseen menos ingresos, pero para nada alivia la desigualdad entre los ingresos de la población. Los aumentos del salario mínimo por decreto no constituyen una solución al problema del deterioro del poder adquisitivo de la gente, producto de la inflación. Los aumentos siempre son insuficientes para compensar la pérdida acumulada por inflación.