Por C. Elena Castillo B
Pensar forma parte de nosotros y tiene una función adaptativa, lo hacemos para solucionar, para reflexionar, para evaluar, en el trabajo, estudiando, ante una nueva situación. Pensar durante todo el día es algo habitual en el ser humano, somos seres pensantes y los expertos dan cifras de hasta 60.000 pensamientos en un día.
No se debe pasar por alto que normalizamos ciertas situaciones y eso se convierte en patológico. De esta forma el pensamiento se vuelve perturbador, entramos en bucle, se sale de nuestro control y nos genera malestar, ansiedad, incomodidad e interfiere de manera negativa en nuestra calidad de vida.
El término rumiación, en psicología, es darle vueltas a un pensamiento o a una idea, de manera inconsciente y casi obsesiva, provocando malestar y dificultades para poder parar y salir de esa situación.
La preocupación, por otro lado, surge como respuesta cognitiva y emocional ante una amenaza o desafío futuro. Su función es poner la mirada en lo que podría suceder, esto permite anticipar riesgos, estar preparados para actuar de modo efectivo.
Sin embargo, la rumiación mental presenta otro enfoque y es el de dar vueltas a las preocupaciones una y otra vez reforzando las emociones negativas.
Una investigación publicada en Psycho-Social Medicine aclaran “Si nos preocupamos en exceso y no ejercemos un control sobre este estado, es cuando se enciende también la rumiación y se eleva la probabilidad de derivar un trastorno del estado de ánimo, como la depresión o la ansiedad.”
Ahora bien, cabe destacar que “ambos actúan como mecanismos de afrontamiento si los manejamos de forma adecuada.” Todo problema, desafío o amenaza requiere de esa activación cognitiva con la que buscar soluciones. Pero si la cognición se contamina de emociones negativas, pensamientos trágicos, ideas pesimistas y miedos, caemos en un estado desadaptativo poco útil.
A partir de estos planteamientos, se presentan ciertas diferencias entre rumiación y preocupación.
Una de las diferencias entre rumiación y preocupación tiene que ver con el factor tiempo. La revista Innovations in Clinical Neuroscience indica que la rumiación es una forma de cognición ubicada en el pasado o en el presente. De tal modo, la persona que activa sus pensamientos hace lo siguiente:
Les da vueltas a circunstancias, actos y eventos realizados en el pasado o en el presente, los procesa de manera negativa, incrementando la angustia. Asimismo, al repasar hechos ya sucedidos, la persona se analiza a sí misma de forma crítica. Y finalmente no aplica ninguna estrategia de afrontamiento o solución de problemas.
Por otro lado, quienes se encuentran en estados de preocupación, se caracterizan por:
La persona centra su enfoque mental en el futuro, en lo que puede pasar, la preocupación persistente, incrementa el miedo y la sensación de amenaza. Si bien es cierto, la preocupación nos prepara para el mañana, debemos reflexionar y decidir qué estrategias desarrollaríamos para enfrentar con éxito esas realidades.
“Mientras la preocupación sitúa su enfoque en el futuro y en las posibles amenazas, la rumiación deriva en ciclos de pensamientos anclados en el presente o al pasado.”
¿Cómo manejar mejor la rumiación y la preocupación?
Siempre que dispongamos de adecuadas estrategias de afrontamiento será posible disminuir el riesgo y salvaguardar la salud mental. A continuación, ciertos aspectos para mejorar tales procesos mentales.
Debemos aplicar técnicas de resolución de problemas que facilitarán detener, lo antes posible, una inquietud y evitará que se cronifique. También conocer las técnicas de regulación emocional que contribuyen a reducir la inquietud y el estrés asociado a la preocupación.Sin olvidar la reestructuración cognitiva que ayuda a transformar las ideas negativas en pensamientos útiles y con propósito.
“Recordemos siempre que preocuparse no es malo, puesto que su finalidad es permitirnos hallar soluciones a nuestras dificultades.”
Todos podemos pasar por momentos difíciles,en la cual la rumia y la preocupación excesiva se apropien de nuestra mente. Los problemas afectivos, laborales, la situación del país, o cualquier inquietud puede, tal vez, superarnos por completo. Si ahora mismo pasas por esto, no dudes en solicitar ayuda de un experto.
Realizado por C. Elena Castillo B
Comunicadora social / Psicólogo Clínico
Fuente: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/
Foto: https://psicologiametepec.com/pensamientos-rumiantes/