EFE
Lo único que no podía controlarse, la lluvia, se presentó en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París y empapó de forma inclemente a deportistas, artistas, público y autoridades.
Aunque en los momentos iniciales de la gran fiesta cayó de forma leve e intermitente, tres cuartos de hora después las precipitaciones arreciaron y obligaron a todos los participantes a protegerse con plásticos, si los tenían. Algunos asistentes abandonaron sus localidades cumplida una hora de espectáculo.
En el Trocadero, donde terminará la ceremonia, una de las pantallas gigantes desde la que se seguía el espectáculo sufrió un apagón y se mantuvo en negro.
Los gorros de su uniforme sirvieron de ligera protección a muchos deportistas que avanzaban por el Sena subidos en todo tipo de embarcaciones descubiertas.
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