La hora del príncipe Carlos ha llegado. El primogénito de Isabel II y heredero británico que más años ha esperado para reinar, se enfrenta al destino que tenía marcado desde la cuna: ser el Rey de Gran Bretaña. Su nombre oficial será Carlos III.
Una misión que parecía que nunca iba a llegar tras el extraordinario y dilatado reinado de su madre, pero que finalmente asume con 73 años, a una edad en la que el resto de royals están pensando en la jubilación o directamente ya han pasado el relevo a la siguiente generación.
Está muy formado, fue el primer heredero al trono en tener un título universitario, tiene grandes intereses culturales y artísticos y fue pionero en adquirir una gran conciencia ecológica en una época y en un ambiente, el de la realeza, donde las energías renovables y el cuidado del planeta sonaban a ideas demasiado modernas.
Fueron precisamente estos intereses intelectuales y medioambientales y sentirse siempre bajo el escrutinio público, los que le convirtieron en un hombre que pese a tenerlo todo muchas veces se sintió incomprendido, presionado y muy cuestionado.
Buscó en su casa de campo de Highgrove, en el condado inglés de Gloucestershire, su refugio, el lugar en el que sentirse a gusto fuera de cortesanos, de la prensa y de asesores reales que opinaban sobre absolutamente todos los aspectos de su vida. Un hogar sostenible que modeló y rehabilitó según su forma de entender el mundo y que también fue el escondite perfecto para vivir su amor clandestino con Camilla.
Opacado, primero por su madre, después por su primera mujer, la inolvidable Diana de Gales, y por último por sus hijos, nueras y nietos, el septuagenario Carlos de Inglaterra tiene todo que demostrar cuando se va a convertir en el 13º monarca de su país desde la unión política de Inglaterra y Escocia en 1707. Eso sí contará con la ayuda de la Reina consorte Camilla para soportar sobre sus hombros el peso de la Corona.
Revista Hola