Trabajo especial BBC
Muerte o muerte. En la mañana del 11 de septiembre de 2001, decenas de personas se enfrentaron a esta falsa alternativa. Con fuego y humo dentro de los edificios del World Trade Center de Nueva York, las víctimas en los pisos superiores comenzaron a saltar, perdiendo la vida al caer hasta desde 417 metros de altura.
La escena de personas que saltan de los edificios atacados por dos aviones es uno de los aspectos más oscuros y sensibles de la tragedia, de la que se cumplen 20 años este sábado.
La imagen de una de estas personas, un hombre que cae casi en picado, boca abajo y su cuerpo paralelo a las líneas de las Torres Gemelas, se volvió icónica.
El día después de la tragedia, varios periódicos publicaron la foto tomada por Richard Drew, fotógrafo de Associated Press. Han pasado los años y la imagen es para muchos demasiado dolorosa de contemplar. Otros vieron en ella la terrible estética de ese salto a la muerte.
Esta es la historia de la icónica foto de «The Falling Man» («El Hombre Que Cae»).
«Era un día cualquiera en Nueva York», comienza Richard Drew, ahora de 74 años.
Fotógrafo desde los 19 años, el experimentado Drew, entonces de 54 años, acababa de cubrir el torneo de tenis del US Open en Queens, Nueva York. Ese martes 11 de septiembre cubriría la Semana de la Moda de Nueva York, más específicamente, el primer desfile de maternidad con modelos embarazadas reales. Drew vio el desfile en Bryant Park, justo en el centro de Manhattan, junto a un camarógrafo de la cadena de televisión CNN.
Mientras hablaban, el camarógrafo de CNN dijo: «Hubo una explosión en el World Trade Center. Un avión chocó contra el World Trade Center».
Al instante sonó el teléfono celular de Drew. Era su editor, quien le ordenó que corriera a la escena. Drew agarró su cámara y corrió a Times Square. Desde allí, tomó el metro hacia las Torres Gemelas.
Cuando salió de las escaleras del metro, vio una imagen inolvidable: las dos torres en llamas. Comenzó a fotografiar a personas conmocionadas por el caos que las rodeaba, el FBI ya en las calles aislando el área.
«Entonces me di cuenta de que el humo soplaba de oeste a este y di la vuelta para evitarlo. Me quedé junto a las ambulancias, entre un socorrista y un policía», dice a BBC Brasil.
El socorrista fue el primero en darse cuenta. Señalando hacia arriba, gritó: «¡Dios mío, la gente se está tirando del edificio!», recuerda Drew.
El fotógrafo apuntó con su cámara. «Tomé tantas fotos como pude de personas que se caían del edificio», dice.
«No sé si saltaron por elección o si se vieron obligados a saltar por el fuego o el humo. No sé por qué hicieron lo que hicieron. Sólo sé que tuve que grabarlo», cuenta.
El Servicio Forense de la Ciudad de Nueva York declaró más tarde que las personas que saltaban de los edificios no podían ser llamadas «suicidas» porque eran expulsadas del edificio por el humo, el fuego o las explosiones.
La causa de muerte de todos los que perdieron la vida en la caída de las Torres Gemelas, atacadas ese día por al Qaeda, fue catalogada como «asesinato» en los certificados de defunción.
En un informe de 2002, el diario USA Today calculó a través de fotos, videos y entrevistas que 200 personas murieron de esta manera en la tragedia del 11 de septiembre. A partir de las fotos, The New York Times estimó que fueron 50 personas.
Según los relatos de los sobrevivientes, el hecho de que la gente saltara desde el edificio de al lado pudo haber salvado la vida de cientos de personas que, al verlos, se apresuraron a evacuar su lugar de trabajo.
«No fui frío»
Mientras fotografiaba, Drew experimentó algo siniestro: escuchó el ruido de cuerpos golpeando el suelo. «Algunos dicen que fui frío. No es eso. Soy un periodista capacitado. Te sumerges en el momento y simplemente fotografías lo que está sucediendo, en piloto automático», dice.
«Cuando alguien comenzaba a caer, apuntaba con mi visor. Como trabajaba con una cámara digital, cuando mantenía mi dedo en el botón de la cámara, tomaba varias fotografías. Y, así seguía a la gente que se estaba cayendo del edificio «. A las 9:41, registró para siempre los últimos momentos del «hombre que cae».
Cuando Drew regresó a la sala de redacción y fue a revisar sus fotos, supo instantáneamente que esta era la más fuerte de todas. «Estaba vertical, con la cabeza gacha, entre las dos torres. Había una simetría allí. Pero solo estuvo así por un momento. Si hubiera sido otro momento, hubiera salido en otra posición», dice.
Foto «silenciosa»
«A mucha gente no le gusta ver esta foto. Creo que la gente se identifica con ella y tiene miedo de tener que enfrentarse a la misma decisión que ese hombre algún día», dice Drew.
Para él, la imagen es representativa de lo que sucedió ese día: «Es una de las pocas que muestra a alguien muriendo en el ataque más grave que hemos sufrido en Estados Unidos», dice. A pesar de ser una foto sobre la muerte, reconoce Drew, es una foto «silenciosa». «No es como otras fotos violentas de muertes que ocurren en guerras».
Esa noche, Drew regresó a casa con un colega. Se sentaron y hablaron de todo menos de lo que habían visto ese día. Su esposa, dice Drew, se levantó al amanecer con ganas de pasar la aspiradora por toda la casa. «El estrés postraumático viene después», reconoce. «Hablar de lo que sucedió ayuda. Ese fue un momento en mi historia, al igual que fue un momento en la Historia».
Otro momento en la Historia y su historia: cuando tenía 21 años y vivía en Los Ángeles, en 1968, Drew fue uno de los cuatro fotógrafos presentes en otro momento histórico: la muerte del senador Bobby Kennedy, hermano del expresidente John F. Kennedy.
«Estaba en el escenario detrás de él para fotografiarlo cuando hablaba. Me dio sed y fui a buscar agua», dice Drew. «Salió y lo seguí. Cuando lo atacaron, me subí a una mesa junto a él y lo fotografié en el suelo».
«Solo estaba haciendo mi trabajo, al igual que solo estaba haciendo mi trabajo años después, el 11 de septiembre», señala.
¿Quién era el hombre que cae?
Drew dice que ha reflexionado sobre quién era el hombre al que registró saltando desde una de las Torres Gemelas, pero nunca de manera «muy profunda».
«Fue una de las casi 3.000 personas que murieron ese día. No sé su nombre, ni la decisión que tuvo que tomar. Sé que se lanzó de un edificio y yo estaba allí para capturar ese momento», cuenta.
Pero el misterio que rodea su identidad ha preocupado a otros.
Uno de ellos, el periodista estadounidense Tom Junod. Dos años después del 11 de septiembre, Junod escribió un artículo de portada para la revista «Esquire» en el que acuñó el nombre de «El hombre que cae» para el protagonista de la foto y trató de identificarlo.
Junod dio con dos nombres. Uno, Norberto Hernández, chef del restaurante Windows on the World, que estaba ubicado en el piso 106 de la Torre Norte. Pero la familia de Hernández dijo que no podía ser él por la ropa que llevaba.
El segundo hombre era Jonathan Briley, un ingeniero de sonido de 43 años que también trabajaba en el restaurante. Los hermanos de Briley dijeron que pensaban que, por la ropa y el cuerpo del hombre, podría ser el de la foto.
Es posible que sea él, pero no hay forma de estar seguro.
En 2006, el director estadounidense Henry Singer realizó un documental basado en los informes de Junod y utilizando otras imágenes capturadas ese día.
Avión en Kabul
La elección entre la muerte y la muerte parece haber sido también lo que sucedió hace tres semanas en Afganistán, cuando, desesperados por abandonar el país, unos hombres se colgaron del fuselaje de un avión estadounidense.
Las dos imágenes son como dos finales terribles de esta historia que se unieron 20 años después.
Casi un mes después de los ataques a las Torres Gemelas, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció la guerra contra Afganistán. Estados Unidos sacaría del poder a los talibanes, que daban cobijo a al Qaeda, los perpetradores de los ataques, en el territorio que controlaban.
Después de 20 años, cuando el presidente Joe Biden llevó a Estados Unidos a poner fin a la guerra al retirar a las tropas estadounidenses de Afganistán, los talibanes regresaron al poder.
Fue la desesperación de permanecer en un país nuevamente controlado por los talibanes lo que hizo que los afganos se aferraran a las alas y al fuselaje de un avión.
El avión despega y los cuerpos caen en picado hacia la nada, tal como lo hicieron el 11 de septiembre. Un joven futbolista de 19 años, Zaki Anwari, murió tratando de escapar de esta manera.
El fotógrafo de «El hombre que cae» se negó a comentar sobre Afganistán o la política actual. Hoy, Drew fotografía la emoción de los «corredores» de la Bolsa de Valores de Nueva York, justo al lado de donde alguna vez estuvieron las Torres Gemelas y donde ahora hay un monumento a las víctimas del 11 de septiembre.