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Luiz Inácio Lula da Silva se coronó este domingo como nuevo presidente de la República de Brasil en un acto cargado de simbolismo que parecía imitar la toma de posesión de Obama en 2009 ante la Explanada Nacional de Washington. El nuevo mandatario brasileño –que suma dos condenas, finalmente anuladas, de corrupción de 20 años de cárcel– echó mano de todos los recursos semánticos y léxicos del discurso de la izquierda para estas ocasiones, por un lado, para arremeter contra las políticas de su predecesor, Jair Bolsonaro, y por otro, para prometer lo indecible en combatir la desigualdad social.
Pero los gestos de Lula no hacen honor a sus palabras. Mientras que su predecesor Bolsonaro, recibía, por ejemplo, un sueldo de algo menos de 6.000 euros al mes, el nuevo presidente ha pasado a recibir un sueldo de casi 7.000 euros brutos al mes, lo que equivale a un aumento del 16%. Si lo comparamos con el salario mínimo interprofesional en Brasil, situado en 228 euros (con un aumento del 7,42% respecto a 2022), el salario del actual presidente brasileño es 30 veces superior al salario medio mensual de 34 millones de ciudadanos del país. Dicho de otra manera, más de la mitad de la población del país tardaría 30 años en ganar un salario anual del inquilino del Palacio del Planalto.
Lo llamativo de esto también es que en 2003 cuando Lula asumió por vez primera la presidencia del país su salario era de 8.845,48 reales al mes (1.550 euros). Veinte años después esa percepción se ha multiplicado por cinco. Pero no sólo los casi 7.000 euros de salario al mes será la única retribución de Lula. A esa cifra hay que añadir la de su pensión como amnistiado político que asciende a 1.800 euros al mes, por lo que al final de este mes de enero ya cobrará 8.800 euros brutos.
La subida de sueldo de Lula en 2023 no ha terminado ahí. En cuestión de tres meses su salario volverá a subir hasta los 7.300 euros mensuales lo que unido a los 1.800 euros de pensión serán en total 9.100 euros y habrá acumulado el 31 de diciembre 108.300 euros, superando incluso en más de 18.000 euros el salario anual de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno (90.010 euros en 2023). En este punto, cualquier ciudadano medio de Brasil tardaría 40 años en alcanzar trabajando lo que en un año se va a embolsar su presidente. El año que viene el presidente volverá a subirse el sueldo hasta los 7.705 euros al mes y en 2025 llegará a los 8.118,76 euros.
El antecedente de Dilma Roussef
El fuerte incremento salarial de Lula da Silva recuerda al de su antecesora y compañera de partido, Dilma Roussef, quien en 2010 ordenó aumentar su sueldo en un 134%. Otro de los récords batidos por la entonces presidenta fuera crear un mastodóntico gabinete con 39 carteras ministeriales.
En este apartado, Lula da Silva tampoco se queda a la zaga. Catorce ministerios más que los de su predecesor, Jair Bolsonaro, son los que integran el nuevo gobierno de la izquierda brasileña hasta llegar a los 37.
Teniendo en cuenta que el salario medio de un ministro en Brasil es similar que el del presidente (7.000 euros al mes) habrá un sobrecoste inmediato de 1,1 millón de euros al año para los bolsillos de los ciudadanos. Si a ello le añadimos el coste implícito que envuelve a un ministro con su gabinete y asesores el coste será mucho mayor en un país con problemas para equilibrar las cuentas públicas y donde Bolsonaro había conseguido reconducirlo durante el último año. De hecho, el ex ministro de la Casa Civil de Brasil (el equivalente a jefe de gabinete o primer ministro), Ciro Nogueira, advirtió recientemente que el coste añadido de un Ejecutivo tan grande supondrá 350 millones de euros adicionales para los bolsillos de los brasileños, poniendo en riesgo el equilibrio financiero del país.
Así las cosas, Lula ha decidido dividir el actual Ministerio de Economía en cuatro carteras: Finanzas, Planificación, Industria y Comercio y Gestión y Desarrollo. Asimismo, el Ministerio de Infraestructura se ha repartido en el Ministerio de Transporte y el Ministerio de Puertos y Aeropuertos. Y así sucesivamente hasta completar casi cuatro decenas de carteras ministeriales siguiendo un camino parecido al de su homólogo Pedro Sánchez en España que pasó de los 13 ministerios a los 22 actuales.
Foto: Referencial