Por Julio Castillo Sagarzazu
Algunos astrofísicos, con la ayuda del equipo adecuado, han logrado captar los rumores del Big Bang originario, que dio origen al universo que conocemos.
En Venezuela, hemos sido testigos de un acontecimiento político mayor. Un evento de cuya realización, se han desprendido y lo seguirán haciendo, muchos realidades presentes y seguramente futuras del país. Una suerte de Big Bang, del universo social y político que conocemos hoy en día.
Ese acontecimiento fue realización de las primarias para escoger el candidato común de las fuerzas democráticas venezolanas y, con ello, un liderazgo legitimado de la oposición. El hecho ya tuvo lugar (aunque una sentencia del TSJ, echando mano del surrealismo, haya dicho que no ocurrió) y, como hemos dicho, aun su eco resuena entre nosotros.
La comparación no es ni arbitraria ni exagerada. Se trató de proceso que se realizó como un acto de rebeldía cívico; con una participación sorpresiva; organizado por un grupo de venezolanos independientes y honorables y apoyado por la fuerza de los ciudadanos que se sobrepusieron a las dificultades y a las conspiraciones para derrotarlo. Toda una conmoción que rompió con el inmovilismo y la desesperanza que vivíamos ese entonces.
Para corroborar la afirmación, basta con remitirnos a los hechos presentes: El liderazgo que surgió de él y que representa María Corina Machado, es sin duda, la fuerza material y espiritual sobre el que se levanta esa esperanza nacional de hoy y que trasciende al mero fenómeno electoral que le sirve de marco formal.
En efecto, las últimas giras de MCM en Trujillo, Apure, Amazonas y el acto en La Victoria con Edmundo González Urrutia, revelan claramente que la ecuación de la fuerza social y política en Venezuela ha cambiado completamente.
El mundo de la polarización igualitaria ha dado paso al de otra polarización, pero esta vez del 80% del país que quiere un cambio y menos de un 20% que se resigna al statu quo. MCM ha logrado juntar, en un solo proceso (lo dijimos en una nota anterior) y de una manera dialéctica, el sentimiento de ruptura con la realidad que vivimos y, a la vez, el de la unidad social, ciudadana y también política para construir el nuevo país.
Esta nueva ecuación será de capital importancia, no solamente, para aclarar el desenlace electoral del próximo 28 de julio, sino también, para algo crucial que es, marcar el terreno de las necesarias negociaciones que deberán preceder y continuar después del día de las elecciones.
Una negociación exitosa presupone, en efecto, que las partes puedan tener las fuerzas o las expectativas de tenerlas, para cumplir con una condición indispensable en todo proceso de esa naturaleza que es “tener con que” respaldar lo que se acuerde.
La fuerza social y política que MCM ha acumulado desde la realización de las primarias y la figura de Edmundo González, con su trayectoria, son claves para que “tengan con que” para ejercer la representatividad de las fuerzas de cambio. Al día de hoy, es esa fuerza también la que goza de la legitimidad interna y externa que se requieren enfrentar complejos procesos como los que vienen.
Son, entonces, los ecos de las primarias, de su exitosa realización, como proceso de rebelión ciudadana y democrática, los que escuchamos ahora en el torbellino humano que recibe a MC en toda Venezuela. Hay, entre todos estos acontecimientos, un hilo conductor que los une y que nos da la fuerza para continuar transitando este camino auspicioso, aunque este también, lleno de acechanzas.
Corresponde a todos, cada uno desde su puesto y cumpliendo las pequeñas y grandes tareas que tenemos por delante, honrar ese inédito proceso y continuar Hasta el Final con la recuperación definitiva de la democracia en nuestro país.