Por Julio Castillo Sagarzazu
En el mundo machista y misógino, que afortunadamente estamos dejando atrás, era común afirmar que la culpable de un abuso sexual contra una mujer era ella, porque si usaba una minifalda muy corta, estaba “tentando” y “provocando” a los hombres.
Ese mismo argumento es el que algunas personas (no muchas, por cierto) usan para decir que María Corina Machado se merece la agresión del gobierno por haber tenido la osadía de “tentarlo” y “provocarlo”.
La mención del asunto no tiene el objetivo de gastar pólvora en zamuro, convenciendo a quienes no quieren convencerse, sino más bien, la de poner de relieve el carácter del liderazgo de Machado y de tratar de señalar cuáles son las alternativas que se abren, en el corto y mediano plazo, para ella y para el país que desea un cambio.
Veamos: María Corina está donde está por la combinación de dos factores: El primero, es su intransigente oposición al gobierno; su toma de distancia frente a factores de la oposición que, a su juicio, no han estado a la altura en determinados momentos y su trayectoria de líder honesta e incorruptible. El segundo, es que, hace alrededor de dos años, planteó que el liderazgo de la oposición debía ser legitimado mediante un proceso de consulta popular y anunció su decisión de participar en él. Dicho de otra manera, le dijo al país que no solamente sería un símbolo de la lucha consecuente contra el gobierno, sino que se puso a su orden para convertirse en una alternativa viable y concreta para el cambio político.
El gobierno hubiera dado lo que no tenía, para que María Corina no hubiese tomado esa decisión y porque se mantuviera como un “símbolo”; un mito como Juana de Arco, destinada a la hoguera y a los altares y que no se hubiese convertido en una opción política valida, como tantas otras mujeres que han logrado llegar al poder en otras latitudes. Desgraciadamente para ellos, MCM siguió adelante y gano unas primarias con el 92% de los votos y hoy concentra casi el 70” de intención de votos en una elección contra Maduro.
Valorar esa realidad es sumamente importante. El liderazgo de Machado es quizás el mas importante activo de la oposición venezolana en este momento. Concentra, como hemos señalado, la mayor confianza como opción electoral y, lejos de ser un vector de “contaminación”, como piensan algunos, o una casandra de la que hay que huir para que no levante la mano a nadie, es la fuerza (que usada con inteligencia y sapiencia) puede determinar la derrota política del gobierno.
Sobre sus alternativas, acaba de escribir un articulo Ramón Muchacho, el cual me permito glosar. El titulo de su nota lo compartimos completamente: Efectivamente, ahora es que hay tiempo para los desenlaces. En el contendido, despliega una panoplia de alternativas, todas las cuales son verosímiles y concretas. Hay una de ellas, sin embargo, que no compartimos y es que, una de esas opciones sea el llamado a la abstención.
¡Ojo! La abstención, por sí misma no es ni mala ni buena, es una alternativa dependiendo de las condiciones en las que los actores políticos se desenvuelven. Pero, ¿por qué la abstención en Venezuela, en las actuales circunstancias, no es una posición correcta?
En verdad, la respuesta a esta interrogante debe apuntar, no al corto, sino al mediano y largo plazo y debe atender a ¿cuál es la naturaleza de la transición que queremos?
También debemos plantearnos, una segunda interrogante: ¿Cómo se resuelve una compleja ecuación en la que los términos son votos, fuerza social y cívica, tarjetas, CNE controlado, unidad de las fuerzas democráticas, entre otras?
La primera pregunta podemos responderla con una afirmación, que citamos por segunda vez, hecha por Carlos Blanco en una entrevista: “no podemos ir a un escenario de aniquilamiento” de las partes en una transición.
Esa clave es importante, porque sugiere (como debe ser) que, entre la coalición de poder y entre quienes sean los agentes de cambio, debe mediar una negociación que cree incentivos para que el poder ceda espacios, sin que piense que va a un seguro matadero político. En esta consideración, también cabe plantearse qué tipo de gobierno (no madurista) vendría; cuáles serían sus tareas; sus relaciones con el resto de las fuerzas opositoras y, obviamente, cuál sería el tipo de transición que ese gobierno se plantearía en el corto y mediano plazo.
Ahora bien, queda pendiente la segunda interrogante, ¿cómo se construye una compleja fuerza de cambio, para llegar a esa transición, con los datos de la realidad que ya señalamos (candidatos, tarjetas permitidas por el CNE, dispersión opositora etc.) y qué papel juega en ella, el liderazgo que representa MCM.
En este sentido, hay que señalar que su declaración expresa de que va a continuar en la vía electoral, es justamente, lo que mantiene aún vivo el juego.
De hecho, lo que expresamente han declarado los lideres mundiales que se han expresado sobre Venezuela (en particular Petro y Lula) es su incomprensión de la reacción del gobierno venezolano, ante la no inscripción de Corina Yoris, cuya candidatura es precisamente, la manifestación expresa de que Machado no abandona la ruta electoral y democrática.
Esta negativa del gobierno a unas elecciones libres es lo que lo convierte el camino para llegar a ellas, en rudo y pleno de amenazas. Sin embargo, es un camino que aún no está cerrado. Ciertamente, aún hay tiempo para las grandes decisiones. Las fuerzas del cambio, a pesar de la pirotecnia verbal de los últimos días, siguen intactas, la solidaridad internacional crece en calidad y cantidad y el deseo de cambio de los venezolanos, no solo, persiste, sino que se incrementa.
“Vístame despacio que tengo prisa”, pareciera ser el mejor consejo que pudiéramos darnos hoy día.
¡Feliz Pascua de Resurrección para todos! una alegórica fecha para ser optimistas.